miércoles, 4 de julio de 2012

Agua y sal...


…y ella levantó el rostro mientras las gotas de agua de la regadera fluían con poca fuerza. El agua se había terminado, como su esperanza. ¿Qué deseaba?, sólo un mensaje… un mensaje que le devolviera el ánimo para luchar por ese amor perdido.

El amor juvenil la había abandonado y parecería que no iba a regresar.

-“¿Entonces eso significa que ya nunca más?, ¿te estás despidiendo definitivamente de mí?”, preguntó.

Esperó en vano una respuesta y ésta no llegó. Ésa era y ésa fue la respuesta… una ausencia que se prolongaría indefinidamente.

Caminó a la regadera que lavaría sus esperanzas cuando el agua se terminó. Fue una ironía más en el transcurso de la mañana. Ella veía una película romántica con el clásico final feliz mientras recibía el último mensaje de quien amó profundamente por cuatro años. Ahora el agua caía débilmente y ya no podía cubrir sus lágrimas saladas que bañaron su rostro quitando la acidez del jabón y cubriéndolo de sal para quemar sus heridas.

Finalmente, después de varios minutos ante el insipiente chorro de agua fría, terminó de quitar el jabón y la sal de su cuerpo… el agua seguía corriendo con debilidad. Apenas un hilo que se deslizaba por su mano y rogó por un instante que ese hilo fuera eterno, pero no fue así.

Se fue definitivamente y ella debía aceptar su destino. No había un porqué, ya no había por qué esperar y mucho menos desear que llegara un milagro. El milagro de sostener su mano, ver sus ojos, sentir su aroma y su cuerpo.

Todo terminó… un ciclo se cierra penosamente bajo el agua y la sal… 


2 comentarios:

Esponjita dijo...

Es en ese tipo de momentos donde uno espera que "Filosofía" baje y lo consuele a uno... como le ocurrió al poco afortunado Boecio, quién afortunadamente fue auxiliado por ella.

Klaussen Rodríguez dijo...

Siempre será una buena compañía :)